Para comenzar este artículo, quiero preguntarte: ¿para qué haces deporte?
Las motivaciones a la hora de hacer ejercicio físico pueden ser muchas: para ganar en salud, para encontrarse mejor, para lograr objetivos -y por lo tanto aumentar mi autoestima y superación-; quizás por recomendación médica, porque "ya voy teniendo una edad y quiero mejorar mi aspecto físico" o quizás poderme permitirme esas cañas, comidas o cenas.
En la época estival que ahora comenzamos podemos olvidarnos de aquellas razones que nos han hecho calzar unas zapatillas, comprarnos la ropa adecuada y comenzar a correr. ¿Por qué? por muchas razones: el calor, la limonada o cervezas frescas, la playa, la montaña, el descanso, etc. Es cierto que esta época es perfecta para descansar y después de una temporada más o menos intensa es un buen momento para desconectar también de esta tarea, pero el descanso deportivo es necesario que no se prolongue demasiado. Dos o tres semanas de descanso pueden ser muy útiles para activar también el cuerpo. Incluso podemos planearnos un descanso activo, cambiar el correr por paseos u otros deportes que podamos disfrutar en nuestro lugar de vacaciones.
Como claves en el deporte están el esfuerzo y la constancia, valores que nos llevan a conseguir logros, metas y objetivos y los resultados son claves para la motivación y automotivación.
Una clave para la motivación es buscar la respuesta a esa pregunta con la que comencé el artículo: ¿para qué corres? Ese propósito no lo olvides jamás, en estos momentos en los que el entorno nos distrae de ese propósito es cuando más presente hay que tenerlo.
Dentro de esta constancia no te olvides que ha costado mucho llegar a donde has llegado, y que eso requiere mucho esfuerzo. Volver a comenzar de nuevo es... sí voy a llamarlo un fracaso: en nuestra pasión. Para ganar en constancia podemos tener en cuenta un cambio de rutinas de ejercicio, cambiar la hora de hacer deporte. O por ejemplo, relajarnos en la intensidad y llegar a otros niveles de disfrute, permitirnos un descanso o realizar como comenté anteriormente un descanso activo. En verano, como aquellos días de puro invierno, frío o lluvia, la motivación es clave para gestionar esta constancia y llegar al logro de nuestros objetivos.
La motivación es lo que hace que una persona actúe y se comporte de una manera determinada. Para que esto suceda debemos mezclar unos ingredientes como procesos intelectuales, fisiológicos y emocionales. Estos ingredientes bien mezclados hacen que en una situación determinada (por ejemplo el verano) actué con una determinada fuerza, y por lo tanto canalice nuestra energía hacia el foco u objetivo propuesto.
La mayoría de los autores distinguen entre dos tipos de motivación: motivación intrínseca y motivación extrínseca:
Intrínseca: es aquella que tenemos cuando nuestra motivación tiene que ver con nuestro propio placer o interés personal en realizar lo que nos hemos propuesto. La motivación intrínseca por lo tanto tiene que ver con necesidades psicológicas como el logro personal, la efectividad, el autoconocimiento, la curiosidad, etc.
Extrínseca: cuando la motivación está fuera de la persona, por lo tanto provienen del exterior. Por ejemplo, el logro de determinados tiempos o marcas, premios, dinero, evitar castigos...
Busca tu tipo de motivación, respóndete a la pregunta con la que comenzamos el artículo. Descansa, disfruta de otras rutinas, no te olvides de todo lo que has logrado llegando a donde has llegado y que comenzar de nuevo es un esfuerzo grande. Esta temporada es magnífica para introducir el deporte en otras rutinas personales y disfrutar aún más de lo que más nos gusta y mejor nos hace sentir.
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