¿Qué le pasa a tu cuerpo (y a tu cabeza) cuando bates el record del mundo de 24h?
Por Chema Martínez Pastor para carreraspopulares.com
¿Qué distancia recorrerías si estuvieras corriendo durante 24 horas en una pista de atletismo? Aunque quizá la pregunta correcta sería ¿por qué harías algo así? Cada vez es más habitual este tipo de carreras. Quienes han participado en ellas hablan de que, lejos de sentirte “como un hamster en una rueda” (comentario típico), se entra en un estado de relajación y concentración que convierte la experiencia en algo muy diferente a lo que representa una carrera típica de asfalto o de montaña.
Pero de ahí a pensar en estar horas y horas corriendo, a muchos nos entran sudores fríos. Aunque no deja de ser una disciplina distinta, que hay que probar para poder opinar. Siempre con la preparación adecuada y la cabeza fría de saber cuándo hay que parar si surgen problemas, por supuesto.
Hace pocos días, en la Desert Solstice Track Invitational se batió el récord femenino de 24 horas en pista. Ni más ni menos que 162.9 millas (262,1 kms) corrió la norteamericana Camille Herron, a punto de cumplir 37 años. Esta corredora, habitual de las pruebas de larga distancia en territorio americano, ha ganado pruebas tan míticas como el Ultramaratón de Comrades , en Sudáfrica.
Recogemos sus declaraciones varios días después de ganar esta carrera, en la web iRunFar.com , donde lo primero que cuenta son las secuelas posteriores de la hazaña. El día después, comenta, “estaba bastante mal. No me podía casi mover. Hoy por lo menos ya puedo salir de la cama, aunque sólo puedo dar pequeños pasos. Lo peor es el flexor de la cadera derecha. Posiblemente pierda dos uñas de los pies, pero en general están bastante bien considerando lo lejos que he ido”.
Nota del Traductor: en realidad, lejos-lejos no fue, ya que no salió de la pista donde se celebraba la prueba (chiste fácil).
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A la pregunta de si es consciente del récord que acaba de batir o qué pensamientos le pasan por la cabeza, Camille cuenta que, al igual que sus piernas “siento mi cerebro como si fuera de gelatina. De hecho, tengo que apuntar mis pensamientos para poder concentrame. Estoy muy cansada.” Al mismo tiempo, indica que 2018 ha sido un año lleno de altibajos y que el cuerpo le pedía un descanso. Y es que en 2018 tuvo que superar, además, una serie de lesiones que le impedían siquiera ponerse las zapatillas. De hecho, no pudo defender la corona en los 90 kilómetros de la Comrades.
Compromiso
Cuando habla de la manera de enfrentarse a una prueba como la de 24 horas en pista, Camille habla de la fuerza mental necesaria, y que esta parte de un compromiso. Acostumbrada a las pruebas de 12 horas, dar el salto al doble de tiempo es un gran cambio, debido a que los ritmos circadianos se ven modificados y a la necesidad de correr en horas en las que normalmente se está durmiendo. Cuenta así su preparación: “No fue fácil. Conor (su marido) y yo hemos planeado esto durante todo un año. Intenté el récord en un evento de 24 horas en Oklahoma. He cometido un montón de errores en carreras de 100 millas (también posee el récord del mundo en esta distancia: 12h42’). He aprendido de todos esos errores y he pensado qué se experimente cuando se hace de noche. Al superar las 18 horas hay gente que no lo soporta. En ese momento, es como si un oso se te subiera a la espalda. Soy una persona muy científica. Así que intento hacer mis propios descubrimientos para ir aprendiendo de todo lo que me sucede. Hicimos un plan en el que tuve que ir superando pequeños obstáculos, siempre afrontándolos de cara e intentando empujarme a través de ellos.”
En cuanto a su estrategia de ritmos en carrera, fue muy importante la planificación. “Intenté seguir el método de Yiannis Kouros (poseedor del record masculino de 24h con más de 303 kilómetros recorridos). Él siempre dice que hay que acumular millas en la primera mitad. Todo el mundo me decía que, naturalmente, hay una bajada de ritmo cuando cae la noche. Así que decidí dividir la carrera en dos partes: una estrategia para las primeras 100 millas y después bajar el ritmo en las siguientes 63 millas, o las que quedaran. Mi ritmo del 60-75% está en torno a los 8 minutos por milla, así que ese sería mi ritmo para las primeras 100 millas. Esta parte salió perfecta, completé las 100 millas en 13:25, me sentía genial. Fue muy importante para mí correr las 24 horas completas. Quería hacer la distancia completa. Necesitaba experimentar lo que era correr por la noche. Sentía que tenía que tener una estrategia más conservadora, por eso bajé intencionadamente mi ritmo a 8:30-9 minutos la milla.
Tacos y cerveza
Si las piernas juegan un papel importante, la cabeza lo es todo, realmente. A partir de las 2 de la mañana, según cuenta Camille, unos tacos y una cerveza le salvaron la carrera: “Llegó un momento en el que, a las 2 o las 3 de la mañana empecé a marearme y a perder energía. Creo que entré en ese periodo donde el cuerpo quiere dormir. Era la primera vez que hacía esto. Básicamente, me trajeron unos tacos y una cerveza. Me puse una camiseta adicional para el frío y caminé durante un par de vueltas.”
“Me tomé esto como un descanso mental para poder volver a correr. Una vez mis piernas se pusieron a correr otra vez pude ponerme a ritmos de 2:20-2:30 por vuelta. Aquí empecé a tener problemas con el flexor y no podía ir más rápido. Intentaba ir más rápido, pero no podía pasar de los 10 minutos por milla. Fue muy duro imaginarme durante 6 horas más corriendo a ese ritmo, pero mi equipo me decía que si aguantaba a 10:40-11 minutos por milla podría batir el récord. Así que me concentré en acabar cada vuelta en 2:30-2:40.”
Finalmente, faltando 15 minutos para completar las 24 horas, había batido la distancia del anterior récord. Aún así, siguió corriendo hasta el final, dejando el nuevo récord una milla y media más lejos de lo que estaba antes. El resto, un descanso más que merecido que incluye el transporte al aeropuerto en silla de ruedas.