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Cómo ser la liebre perfecta

Por Chema Martínez Pastor para carreraspopulares.com

En los canódromos se usa una liebre mecánica para que los galgos tengan un estímulo visual en su carrera. Al ver al supuesto animal moverse, se supone que el galgo activa su instinto de persecución y pone todo su empeño en atraparlo. De esta forma se consigue que los participantes en la carrera puedan comparar cuál de ellos es más rápido. En ningún caso la podrán alcanzar, siempre esa liebre mecánica será más rápida que ellos.

En el running hemos adoptado ese término para denominar a lo que los angloparlantes llaman “pacer”. Término sin duda más acertado, ya que se podría traducir por “el que marca el ritmo”. En las competiciones profesionales (sobre todo en pista y en maratones internacionales) es muy común que tomen la salida atletas que no van a acabar el recorrido completo y que comienzan corriendo a un ritmo más alto que el resto para marcar el paso al que debe ir el resto. Su aparición y el ritmo que marquen da lugar a diferentes estrategias de carrera, favoreciendo a un tipo de corredor o a otro.

Tanta es su importancia que Nike no dudó en crear toda una maquinaria de atletas que se iban turnando delante de Kipchoge en su intento de bajar de las 2 horas en maratón en el circuito italiano de Monza.

Nosotros no somos, desafortunadamente, Kipchoge, ni corremos para batir récords del mundo o ganar trofeos (aunque a alguien le cae alguno de vez en cuando). Pero en ocasiones sí nos viene bien tener a alguien que nos marque el ritmo, nos motive y nos acompañe en una carrera en la que queremos hacer una marca determinada. Pero, ¿qué pasa cuándo es a nosotros a los que nos piden que seamos quienes hagamos de “liebre” de algún amigo/a, pareja o compañero/a de entrenamiento?

Cómo marcar el ritmo a otro corredor más lento

La primera condición es que el tiempo objetivo en la carrera sea fácil para nosotros. De nada vale que vayamos a acompañar a alguien a bajar de 45 minutos en un 10k cuando nosotros mismos lo hemos conseguido una única vez. No es que no sea posible, sino que hay más opciones a que algo salga más. Una de las premisas en hacer de liebre es ofrecer confianza a la otra persona, y para ello no debe tener dudas acerca de tu rendimiento. Si el objetivo que la otra persona tiene es ambicioso, tal vez deberías considerar ser honesto/a con él o ella y ayudarle a buscar a alguien que pueda guiarle.
 

Si cumples con esta primera premisa, lo segundo es planificar la carrera. Para ello debes estudiarte el recorrido. Lo ideal es mantener siempre el mismo ritmo objetivo, pero si la carrera tiene cuestas, deberás pensar en qué tramos debeis acelerar un poco más para poderos permitir una bajada de ritmo en las cuestas arriba. También debes pensar en si será mejor llevar un ritmo en progresión para acabar fuertes o si, por el contrario, a tu compi le vendrá bien ir ganando tiempo al principio para ir más relajados al final. En cualquier caso, sea el que sea, lo mejor es que no le comentes el plan. Por lo menos no al detalle. Es mejor que se mentalice de que va a ir siempre fuera de su zona de confort.

Una vez en carrera, también debes permanecer alerta a las señales de la otra persona. No intentes machacarle con ritmos que no puede llevar, si eso le provoca llegar sin fuerzas al final. Sin embargo, un poco de exigencia es lo que necesita de tu parte. Intentar que no se relaje pero que no se funda: es un equilibrio difícil de conseguir, tarea sólo para las mejores liebres.

Tus palabras son una buena forma de motivarle. Sin embargo, 10 kilómetros de “venga, vamos, venga” o de “dale más, que tú puedes” no siempre consiguen su efecto. Juega con su motivación, háblale para que no piense tanto en la carrera, e intenta anticiparle lo que va a pasar: “vamos a apretar en esta cuesta que luego podemos descansar en el siguiente kilómetro”. Si te dedicas sólo a dar consignas como si fueras Clint Eastwood en “El Sargento de hierro” puede acabar volviéndose en su contra, sobre todo si en algún caso le fallan mucho las fuerzas. A veces, sólo tenerte al lado le servirá de motivación. Recuerda que confía en tu ritmo para conseguir el objetivo. Si te pones a su lado, un poco por delante, y sigues el plan, te seguirá hasta el final de la carrera.

Por último, también recae en ti la parte logística. Asegúrate de que se hidrata bien y de que, en el caso de largas distancias, toma geles o isotónico tal y como habéis previsto. Ir al lateral de la carrera a por las botellas de agua parece poca cosa, pero ayuda bastante cuando te tienes que concentrar sólo en tus piernas.

En resumen: la labor de una liebre, cuanto más ambicioso es el plan, más importante es. Tienes que estar a su lado para marcar el ritmo, regular sus esfuerzos y de vez, en cuando, ser el apoyo moral que necesita. La satisfacción de cruzar la meta en el objetivo previsto no tendrá precio.

SOBRE EL AUTOR

Chema Martínez Pastor
Corredor Popular


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