Vivir sin Parar, una película necesaria
Por Luis Blanco para carreraspopulares.com
El cine y el atletismo nunca han hecho muy buenas migas. Son escasas las películas de calidad referidas a este deporte, y muchas menos las que han pasado a la historia (Carros de Fuego es la gran excepción).
Por ello, cuando llega a los cines una película en la que el hecho de correr tenga cierto protagonismo, los amantes de este deporte nos ilusionamos y fijamos nuestra atención en ella. Si, como es el caso, nos plantea la historia de una persona de la tercera edad que decide volver a correr después de muchos años y hace que su vida cambie y tenga un sentido, las ganas de acudir al cine aumentan.
Hablamos de la película alemana Vivir sin Parar
Lo mejor de todo viene cuando entras en la sala, se apagan las luces, comienza la película y llega la primera sorpresa. El inicio retrospectivo de la vida y leyenda deportiva del personaje protagonista, Paul Averhoff (interpretado por Dieter Hallervorden), nos genera grandes expectativas. Pero los momentos posteriores nos dicen aún más: se trata de una historia profunda, nada frívola, con mensaje.
Así, conscientes de que vamos a asistir a algo serio, que no es un juego cinematográfico pirotécnico ni una tragicomedia ligera al uso, nos encogemos en la butaca y activamos todos nuestros sentidos.
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Pasión por correr
Si en Billy Elliot la trama sobre el niño bailarín era en realidad un elemento accesorio y el mensaje de la película podía ser totalmente independiente del mundo del ballet, en Vivir sin Parar ocurre lo mismo. Pero, al igual que los fanáticos del ballet disfrutaban el doble de aquella película británica, los apasionados del running encontramos un aliciente añadido en el film alemán que nos ocupa.
Se habla de entrenamientos, de maratón, de lactato, de umbrales aeróbicos, de competición, de cargas de hidratos de carbono y sale gente corriendo. Un anciano que quiere superarse día a día, se plantea un objetivo y lucha por lograrlo. Y lleva por bandera un lema que se repite de forma continua, como un mantra, y que acaba calando en nuestro alma de corredores ávidos de consumir frases motivadoras contundentes: "adelante, siempre adelante; quien se detiene, ya ha perdido".
Si a esto añadimos que el Maratón de Berlín, uno de los más importantes del mundo, es también otro de los protagonistas del film, tenemos los elementos suficientes para que nuestra visita al cine y el dinero de la entrada hayan merecido la pena. Cabe destacar (y no es spoiler, ya que se ve en el trailer) que en la película la maratón en cuestión no acaba junto a la Puerta de Brandenburgo, sino dentro de un estadio, por exigencias del guión. Aunque quizá esa parte sea una de las menos verosímiles de la historia. De nuevo lo entendemos como una licencia creativa necesaria para dar sentido a la historia. Y funciona.
El amor y la muerte
Pero Vivir sin Parar, cuyo título en alemán (Sein Letzles Rennen) se traduce como Su última Carrera, es mucho más de lo dicho hasta ahora. Volviendo al símil con Billy Elliot, no debemos quedarnos en la historia superficial o en los elementos anecdóticos, sino en la verdadera esencia de la película. Vivir sin Parar cuenta una historia tierna, triste y muy dura; de esas que, casi desde el comienzo, te encogen el corazón.
Vivir sin Parar es un drama sobrecogedor. Y una llamada de atención para reflexionemos acerca de la vida en la tercera edad, las relaciones entre padres e hijos, lo que los mayores necesitan realmente y su cuidado en las residencias de ancianos.
Pero Vivir sin Parar es fundamentalmente una película sobre el amor y, por encima de todo, sobre la muerte. Porque nuestro protagonista corre para seguir siempre adelante y no rendirse nunca, pero también para huir de algo que le atormenta: el fin de la existencia y la pérdida.
Dieter Hallervorden borda el papel protagonista, pero el resto del reparto, encabezado por Tajta Seibt (que interpreta a la mujer de Paul Averhoff), está a la altura de este film creado y dirigido por Kilian Riedhof. Mención especial para la banda sonora de Peter Hinderthür, que además podéis disfrutar en vuestras salidas a recorrer parques y calles. Cuando escuchéis el corte 15 (Marathon) os sentiréis como campeones olímpicos.
En opinión de este humilde periodista aficionado al cine (y al atletismo), Vivir sin Parar es una película necesaria, que todos deberíamos ver. Y hacer nuestro su lema: siempre adelante, pase lo que pase.
Visita la web de Karma Films para conocer más detalles de la película y los cines españoles donde se proyecta.