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De cero al maratón: una hoja de ruta realista para principiantes

Por carreraspopulares.com

Durante mucho tiempo, la idea de correr un maratón ha sido vista como un desafío reservado únicamente para unos pocos: atletas experimentados o deportistas de élite. Sin embargo, hoy son miles las personas que, sin historial deportivo previo, logran cruzar esa meta de los 42 km cada temporada. Y no porque tengan un talento extraordinario, sino porque adoptan una estrategia realista, progresiva y sostenible.

En este contexto, y de manera cada vez más natural, muchos usuarios exploran diferentes recursos para ampliar la experiencia en torno a un evento deportivo. Desde seguir estadísticas avanzadas incluso web donde ves anuncios que dicen eso de: descubre nuevas casas de apuestas para hacer de tu afición por ese atleta, una afición también digital. Son nuevas formas de vivir el deporte. Porque correr un maratón (o seguir a quienes lo hacen) ya no es un sueño improbable, sino una meta alcanzable para cualquier persona dispuesta a comprometerse.

Identidad y comienzo realista

El camino hacia el maratón empieza mucho antes de calzarse las zapatillas para correr. El primer paso no es físico, es identitario: pasar mentalmente de ser una persona sedentaria a una persona que sencillamente se mueve. No hace falta correr en los primeros días, basta con caminar de manera consciente. Es un reajuste de identidad, algo esencial. Porque ningún cuerpo aguanta 42 kilómetros si antes la mente no acepta que el movimiento forma parte de su vida.

Al principio, basta con salir 20 o 30 minutos, cuatro veces por semana, a un ritmo cómodo, sin presión ni metas. Tras unas semanas, cuando la caminata rápida ya no supone esfuerzo, se introduce la fase de transición: correr un minuto, caminar otro y repetir. Es un esquema que no solo es efectivo, sino que previene lesiones y evita frustraciones. 

Poco a poco, el cuerpo asimila mayor carga aeróbica, la respiración se adapta de forma natural y no existe prisa. De hecho, la impaciencia es el enemigo número uno del principiante.

Progresión hacia los 5K y 21K

Cuando el cuerpo y la mente ya han asimilado el hábito, el siguiente paso es ser capaz de correr 5 kilómetros seguidos. No importa el tiempo ni el ritmo: importa la continuidad. Es un punto crítico porque establece la base real del entrenamiento estructurado. A partir de ahí, el corredor deja de ser “alguien que trota” para convertirse en alguien que entrena. Hay una diferencia importante.

El entrenamiento necesita planificación: días de descanso, días suaves y un día largo. Sin ese equilibrio, llegará la fatiga y, con ella, la frustración o la lesión. Una vez consolidado el 5K, la evolución natural conduce hacia el medio maratón (21 km). Esta etapa puede llevar entre tres y cuatro meses. Su objetivo no es solo físico, sino estratégico: aprender a gestionar la energía.

En paralelo, la realidad del deporte se expande más allá del acto físico. El aficionado actual no solo corre o mira un marcador: analiza datos, participa en comunidades interactivas y utiliza herramientas que permiten seguir métricas en tiempo real. En ese ecosistema, el interés por informarse sobre nuevos casinos online con licencia DGOJ o casas de apuestas para apoyar a tu equipo, aparece como otra vertiente del entretenimiento digital vinculado al deporte. Siempre es opcional, claro está. Sea como sea, una forma más de vivirlo.

Preparación específica para maratón

Alcanzar los 21 kilómetros con solvencia (es decir, terminar y poder seguir con la vida normal al día siguiente) marca el verdadero punto de madurez para iniciar la preparación específica del maratón. Esta última fase dura aproximadamente 12 semanas y se caracteriza por una regla innegociable: hay que correr muy lento.

La mayoría de corredores fracasa no por falta de capacidad, sino por exceso de intensidad. El ritmo de maratón debe ser cómodo, casi ridículo. Si puedes mantener una conversación completa mientras corres, lo estás haciendo bien. Si te falta el aire, vas demasiado rápido. Ganar tiempo en los primeros 20 kilómetros suele costarte el abandono en los últimos 10.

El día largo (el más importante de la semana) progresa desde los 16 hasta los 30 o 32 kilómetros. No hace falta correr la distancia completa antes del día de la carrera. El cuerpo se entrena para adaptarse; la mente, para resistir. La diferencia final, ese salto entre los 32 y los 42 kilómetros, lo ponen la emoción, la concentración y el deseo.

El día de la carrera y cierre

El día anterior a la carrera no se improvisa nada. La ropa se elige la semana anterior. La cena debe ser ligera y rica en carbohidratos, y el desayuno se toma tres horas antes. La hidratación comienza dos días antes. Los primeros 10 kilómetros deben sentirse excesivamente lentos. El maratón no se gana allí, pero sí se puede perder allí.

El verdadero punto crítico suele aparecer alrededor del kilómetro 32, justo cuando se acaba el entrenamiento. A partir de ese momento, ya no se corre con las piernas, sino con la memoria de todo lo que se ha construido. Terminar un maratón no es un acto de fuerza, sino de acumulación. No se construye en 30 días, sino con constancia, hábitos y resistencia emocional.

Y sí, es un camino silencioso y, aunque no lo parezca, más mental que físico. El maratón empieza el día que dejas de ser espectador de tu propia vida.

 


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