Dosis e intensidad
Sin embargo, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en el mundo y una de cada tres personas no hacen suficiente actividad física. Según Lucía, las recomendaciones actuales indican que es necesario realizar unos 30 minutos de actividad vigorosa al día, aunque los estudios más recientes apuntan a que el mínimo debería alcanzar los 450 minutos a la semana.
"En cuanto a la capacidad aeróbica, es necesario tener un consumo máximo de oxígeno de por lo menos 8 METS. Estar por debajo de esta cifra es un factor de riesgo muy importante que no se mide en las consultas. Además, si se tiene una capacidad cardiorrespiratoria alta, el resto de factores de riesgo tradicionales se matizan un poco. Por ello, los médicos tendrían que prescribir ejercicio y cuanto más, mejor, ya que hay que tener en cuenta la relación dosis-respuesta" y que caminar tres horas al día produce más beneficios que hacerlo media hora. La cantidad también influye, y la literatura apunta a que cuanto más intenso sea el ejercicio, mejor para el que lo practica.
De hecho, Lucía explica que, más que contraindicaciones, hay que tener precauciones, ya que los trabajos que ha realizado su equipo en niños con fibrosis quística han demostrado mejorar la supervivencia, y los programas con fortalecimientos de pesas en nonagenarios y en niños de 4 años con cáncer también han mostrado beneficios.
Efecto del ejercicio frente a los fármacos
Aunque en menor medida que los fármacos, la actividad física se asocia con una reducción en los niveles de hemoglobina glucosilada y de la reducción de episodios trombóticos, según las conclusiones de los estudios revisado por la Universidad Europea de Madrid. Por otro lado, la práctica regular causa una reducción de los niveles de triglicéridos, y el aeróbico reduce más la presión arterial en personas sanas y con hipertensión que la ingesta de un fármaco, pero similar o algo menor que la combinación con otros. Asimismo, el trabajo ha revisado los estudios que asocian el ejercicio con un beneficio sobre la disfunción autonómica, y sobre la producción de mioquinas y su modulación de la inflamación y la regulación del metabolismo. Además, estimula la migración de células angiogénicas circulantes y la liberación en la sangre de células madre mesenquimales. Asimismo, la evidencia científica sugiere que la práctica intensa de ejercicio genera radicales libres que pueden producir adaptaciones como una mayor respuesta antioxidante del músculo.