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Ziwa, tierra de campeones (IV)

Por José Manuel Torralba para carreraspopulares.com
Alumnos del Centro Educativo James Moiben en Ziwa, Kenia
Alumnos del Centro Educativo James Moiben en Ziwa, Kenia

La obra solidaria del atleta keniano James Moiben

Capítulo IV: Un colegio en el centro de Africa

El Colegio James Moiben Education Centre cubre tanto enseñanza primaria como secundaria, lo cual genera algunos problemas añadidos en un mundo de extrema escasez. Porque el primer gran problema del colegio es la escasez de recursos. Solo unos pocos niños de familias con cierta holgura económica pagan los mínimos gastos que cubren su enseñanza, porque la mayoría de gastos del colegio los cubre personalmente James Moiben con el dinero que genera en su actividad profesional: correr carreras de fondo en carretera o croses. Esos gastos incluyen la pensión completa y salario de profesores, y pensión completa de la mayoría de los niños que están en régimen de internado. Más todo de tipo de gastos que incluyen material escolar, electricidad, agua, transporte de agua u obras.

Pero vayamos por partes. Hay escasez de todo, desde infraestructuras hasta el material escolar. Los estudiantes y profesores no tienen ni duchas ni agua corriente. Se lavan y lavan su ropa del agua que se extrae de dos pozos que en la época seca no les dan agua. Los dormitorios son barracones donde no existen ni siquiera armarios. Los dormitorios de los chicos y chicas de primaria son contiguos a los de los chicos y chicas de secundaria, lo cual genera problemas de convivencia y a veces educativos (los profesores son muy celosos de preservar a los más pequeños de conversaciones de los mayores que pudieran de alguna manera acelerar su aprendizaje en valores no positivos).

Los alumnos del centro educativo James Moiben, haciendo cola para recibir su comida
Los alumnos del centro educativo James Moiben, haciendo cola para recibir su comida

El agua

Por lo menos los chicos están en una nave distinta a las de las chicas, pero no a mucha distancia. Las letrinas (tienen letrinas) no alcanzan un mínimo de dignidad y lo mínimo exigible hoy para seres humanos, y menos chicos, chicas y niños muy pequeños (que las comparten con los más mayores). Para colmo las letrinas están muy cerca de uno de los pozos con el consiguiente riesgo de contaminación. No existe comedor.

Los chicos hacen cola con su plato donde se les sirve una ración que luego se comen sentados a la intemperie (y hay que recordar que tienen varios meses de lluvias intensas). En el llamado aula informática apenas hay media docena de ordenadores reciclados y en el laboratorio (un pequeño aula donde conviven las prácticas de física, química y biología), apenas hay material para poder hacer nada, lo cual desarrolla mucho la imaginación de los profesores que diseñan las prácticas. Cada libro de texto lo comparten cuatro alumnos.

De todos estos problemas, de los cuales el denominador común es la falta de dinero, quizá el más grave, el más importante es el agua. El agua del colegio depende de dos pozos (uno de los cuales no tiene bomba para pasar el agua a un deposito). En periodo seco, los pozos se quedan sin agua, y hay que traer agua en un depósito tres veces al día (con el consiguiente coste añadido). El agua no es limpia, por lo cual a veces origina infecciones en los niños, y con esa agua beben, se lavan o lavan su ropa. Es urgente y necesario tomar medidas para mejorar la calidad (y cantidad) de su agua.

El autor del artículo, José Manuel Torralba, con los niños del centro educativo James Moiben
El autor del artículo, José Manuel Torralba, con los niños del centro educativo James Moiben

La educación

Y con todo esto, mejor, con solo esto, educan niños y los educan bien. El colegio está en la parte más alta de los rankings que se hacen en Kenia a colegios de primaria y secundaria. Y solo hay que pasarse por el colegio para ver y percibir la educación (en el sentido cívico de la palabra) de los niños, la disciplina, el respeto a sus profesores, algo que desgraciadamente cada vez vemos menos en nuestro primer mundo. Y lo que más sorprende: parecen felices. Ríen, juegan, cantan, bromean. Te sonríen para que les hagas una foto.

Ziwa está muy lejos de España, pero posiblemente la distancia social es mayor que la distancia física. Estamos en una España preocupada por sus millones de parados y la recesión económica, y sin embargo siento vergüenza cuando se nos pregunta por ¿cómo están las cosas en España?

Después de ver cómo no se pueden duchar los niños del colegio, dónde duermen, o cómo hacen cola para recoger su ración de ugali con sukuma (masa de harina de maíz con vegetales cocidos, alimento básico keniano) para luego comérselo a la intemperie; cuando recuerdo a los niños transportando agua, a veces kilómetros, sobre su cabeza (y todos estos son los privilegiados de este país), se olvida la crisis, se minimiza, se convierte no solo en una anécdota, sino en un broma pesada. Una pasada por aquí les daba a la mayoría de nuestros políticos. Unas vacaciones de una semana les daba en las suites que ocupan los profesores de la Escuela James Moiben, un Centro realmente para la Excelencia. Alguno a lo mejor aprendía algo sobre ‘excelencia’.

Si quieres ayudar a James Moiben en esta importante labor, visita esta web


Próximamente publicaremos los dos últimos capítulos de esta serie sobre Ziwa y el atleta James Moiben.

Si no has leído los anteriores capítulos, puedes buscarlos aquí

SOBRE EL AUTOR

José Manuel Torralba
Catedrático de Ingeniería de Materiales en Universidad Carlos III de Madrid


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