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¿Por qué se nos caen las uñas a los corredores?

Por Rubén Sánchez-Gómez para carreraspopulares.com
No siempre querremos que los demás nos vean los pies
No siempre querremos que los demás nos vean los pies

Una vez hemos superado el cansancio físico y mental del entrenamiento, hemos vencido las adversidades climatológicas de ese día y hemos logrado evitar la pereza o desidia que siempre escondida puede aparecer, nos encontramos con un asunto que puede llevar al traste todas estas mini-victorias: los problemas en las uñas. Uñas encarnadas, uñas que se caen, uñas que se ponen negras... son todos un inconveniente común, que por simple que parezca, es necesario tener en cuenta para no dejar que se convierta en una circunstancia de mayor calado y que pueda estropear nuestro esfuerzo de corredor.

Pero realmente... ¿por qué se producen estos problemas en las uñas?

Generalmente se producen por dos circunstancias fundamentales y diametralmente opuestas: o por llevar una zapatilla excesivamente pequeña o una zapatilla demasiado amplia.

En el primer caso, el reducido espacio que le queda al pie dentro de la zapatilla (que aparte de por la talla puede venir motivado por el uso de un calcetín excesivamente grueso o por una puntera muy estrecha) se ve aún más mermado por el aumento de volumen que sufren nuestros pies cuando corremos, dado que los músculos aumentan la demanda de energía y ello va a costa de una vasodilatación periférica de las arterias y venas de nuestros pies, aumentando así también el propio tamaño de los vientres musculares.

Todas estas variables hacen que al final, los dedos y las uñas queden excesivamente comprimidos, produciéndose microrroturas en los pequeños capilares sanguíneos que las irrigan y generándose hematomas subungueales (uñas negras) de sangre que no se drena y que coagula en poco tiempo, convirtiéndose a la larga en un cuerpo extraño que hace palanca entre la uña y la piel. El proceso final es la caída de la uña.

En el segundo caso, el continuo golpeteo de la punta de los dedos del pie contra el extremo interno de la zapatilla en la fase final del despegue, producto del excesivo "bamboleo" que tiene el pie en el interior de un calzado excesivamente amplio, produce microtraumatismos en la raíz ungueal, despegamientos y sangrado subungueal. Tras ello, el proceso fisiopatológico es casi el mismo que en el caso anterior, solo que ahora si que puede haber un trauma directo sobre la raíz de la uña, responsable del crecimiento y de la estabilidad de la placa ungueal sobre su lecho en el dedo.

En definitiva, si hemos entendido las causas, sabremos evitar el problema, previniendo los factores desencadenantes: hay que usar calzado deportivo de la talla adecuada (para ello se recomienda comprarlo al finalizar el día, probárselo en posición de "de pie" con el calcetín que vayamos a usar y dejando un través de dedo de nuestra mano como margen de espacio entre la punta de nuestro dedo gordo del pie y la zapatilla) y hacer revisiones de las uñas en un podólogo especializado para vigilar otros problemas menos comunes a los comentados, inherentes ya al propio corredor de manera particular.

SOBRE EL AUTOR

Rubén Sánchez-Gómez
Equipo Pododinamica<BR>Expertos en Biomecánica

www.pododinamica.es


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